viernes, 15 de marzo de 2013


Francisco en su nueva misión: un papa latinoamericano amigo de Videla


La fumata fue blanca y el papa fue Argentino… en horas de la tarde del miércoles 13 de Marzo del 2013 la noticia recorría el mundo: Bergoglio ahora se llamaría Francisco I y será el monarca del Vaticano, el nuevo papa, el supuesto “representante de Dios” en la tierra.
La misma iglesia católica que marco la historia con conquistas a fuerza de sangre y biblia hoy elige a un nuevo líder, y fue Argentino. ¿Orgullo nacional? Para nada. El “sumo pontífice” fue colaborador de la dictadura Argentina, estuvo a cargo de la entrega de personas y encubrió el secuestro de niñxs hijxs de desaparecidos. 
¿Por qué un Papa latinoamericano?
Latinoamérica como continente entero se pone de pie contra el imperialismo. Las palabras socialismo y revolución de una forma u otra se hacen presentes en la mayoría de los discursos. Pese a esto, Latinoamérica es el último continente en donde la Iglesia aún tiene mucha incidencia en la gente. En Europa el aborto ha sido legalizado en la mayoría de los países, y nuestro continente es el último escenario de grandes disputas para la Iglesia: Francisco es llamado por Dios para marcar la derecha en el mapa latino, sobre todo en Argentina, el país del "matrimonio igualitario"
La iglesia como institución toda históricamente apoyó a la derecha, la última dictadura militar no fue la excepción, el propio Bergoglio estuvo implicado en la desaparición de sacerdotes. El jesuita “del fin del mundo” ahora va por misiones divinas a nivel mundial: imponerse como el papa humilde, el papa de los pobres. Esto conlleva implicancias que quizás no podamos prever. Nos situamos geopolíticamente con un represéntate planetario de derecha con un discurso tercermundista. La línea de acción conlleva el claro mensaje de los poderes del norte: mantenernos alienados hacia la derecha, un Papa que llama a la unidad de las religiones contra la homosexualidad, el aborto, y tantos otros derechos sexuales y reproductivos.

Nuestro accionar debe redoblarse: hoy más que nunca tenemos que pelear por la separación de la Iglesia del Estado y saldar las grandes deudas que la democracia tiene con nosotras/os como el Aborto libre, seguro y gratuito, contra una iglesia que se niega aún al uso de anticonceptivos.

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